DEL HALLOWEEN
AL HOLYWEEN
Más santos
y menos espantos
Los celtas creían que, aquella noche, el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra y que los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos, salían libremente para aterrorizar a los hombres fomentando un ambiente de muerte y terror. Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciendo a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos.
Para aplacar a los muertos y protegerse de ellos, se hacían grandes hogueras (cuyo origen estaba en rituales sagrados de la fiesta del Sol), les preparaban alimentos (se dejaba dulces o comida a la puerta de las casas) y se disfrazaban para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibidos a sus miradas amenazantes.
Con la llegada del cristianismo, se estableció el primero de noviembre como Día de Todos los Santos y el 31 de octubre pasó a llamarse en inglés All Saints eve (víspera del Día de Todos los Santos) o también all Hallows eve y, más recientemente, Hallows eve, de donde derivó halloween. Hallow es palabra del inglés antiguo que significa santo o sagrado y que, como el moderno vocablo holy, proviene del germánico khailag.
Muchas de las tradiciones de halloween se convirtieron en juegos infantiles que los inmigrantes irlandeses llevaron en el siglo XIX a los Estados Unidos y desde allí se han extendido, en las últimas décadas, por el mundo hispánico.
LA FESTIVIDAD CRISTIANA
Desde el siglo IV la iglesia de Siria consagraba un día a festejar a Todos los mártires. Tres siglos más tarde, el Papa Bonifacio IV (+615) transformó un templo romano dedicado a todos los dioses (pantheón) en un templo cristiano dedicándolo a Todos los Santos. Gregorio III (+741) señaló el 1 de noviembre para celebrar su fiesta. Y Gregorio IV, en el año 840, ordenó que la fiesta se celebrara universalmente. Como fiesta mayor, tuvo su celebración vespertina en la vigilia para preparar la fiesta (31 de octubre), vigilia o tarde del día anterior a la fiesta de todos los Santos, que dentro de la cultura inglesa se llamó All Hallow's Even (Vigilia de todos los Santos). Con el tiempo su pronunciación fue cambiando para terminar en halloween.
Por otra parte, ya desde el año 998, San Odilón, abad del monasterio de Cluny (en el sur de Francia) había añadido la celebración del 2 de noviembre, como una fiesta para orar por las almas de los fieles que habían fallecido, por lo que fue llamada fiesta de los Fieles Difuntos. Y así se ha celebrado durante siglos de diversas formas y maneras (incorporación de disfraces, danza de la muerte, ocultación bajo máscaras para pedir comida [los protestantes a los católicos]). Los irlandeses lo llevaron a Estados Unidos y desde allí ha regresado banalizado y arrasador .
DE HALLOWEEN A HOLYWEEN
A raíz de la proliferación de celebraciones al estilo norteamericano y como reacción a ellas, desde hace unos años los periódicos van dando noticia de diversas iniciativas católicas para explicar y recuperar el significado religioso de la festividad de los difuntos.
El proyecto italiano de nueva evangelización Centinelas del Mañana iniciaron en 2007 una iniciativa por la que intentaban convertir la fiesta pagana de Halloween en una fiesta religiosa de Holyween: una noche dedicada a los Santos en vez de a los monstruos de nuestros miedos más oscuros. Para ello invitaban a colgar en las ventanas y balcones imágenes de santos sonrientes como mensaje de paz y de luz que alumbra en la oscuridad y en las tinieblas. Y así se oponían a secundar una fiesta importada y privada de valores significativos para nuestros jóvenes. E incluso hacían una propuesta alternativa, válida para todos, incluso los no creyentes: sustituir a los santos por personajes que han contribuido al bien de la humanidad, como Gandhi o Martin Luther King...
La Iglesia católica británica hizo un llamamiento a los niños a disfrazarse de santos en lugar de hacerlo de brujos o diablos: san Jorge, santa Lucía, san Francisco de Asís o santa María Magdalena podrían ser elecciones muy populares para los niños. Los pequeños deberían recortar las típicas calabazas para convertirlas en rostros sonrientes y pintarse cruces en la frente en lugar de ennegrecer o blanquear sus rostros o utilizar máscaras que infundan miedo. E invitaban a los adultos a poner luces en las ventanas de sus casas para indicar que Cristo es la luz de todos nosotros. Los obispos sugerían otras propuestas como hacer una vigilia de oración, acudir a misa, llevar una prenda de color blanco y, en el caso de los menores, además de disfrazarse de santos, fabricar velas, cocinar galletas u organizar juegos y, así, recordar el verdadero significado de Halloween (víspera de Todos los Santos), que es ahora la mayor fiesta comercial después de Navidades.
La Iglesia católica española se sumó a la iniciativa de la británica e invitó a los niños a que se disfrazaran de santos, como 'estímulo' para su vida cristiana. Un año antes, los obispos alertaban de la expansión de esta fiesta, que no es una fiesta inocente porque tiene un trasfondo de ocultismo y de anticristianismo