PASAPALABRA DE LA CUARESMA
INICIARSE
Y MADURAR EN LA FE
Estimados padres:
Vuestro hijo/a inicia este año un nuevo camino de profundización en la fe. El
objetivo principal no es preparar a los niños/as para las celebraciones
sacramentales, sino acompañarles en su
camino de fe para que vayan poco a poco madurando y creciendo como
seguidores de Jesús.
En Nazaret, Jesús
creció y vivió, junto con María y José, su fe en Dios. La familia es el ámbito del despertar religioso, es el espacio
donde los niños y niñas viven el amor de sus padres que les permite acoger el
amor sin medida de Dios Padre y Madre, y donde aprenden a rezar, a compartir, a
pedir perdón… actitudes de fe que les acompañarán durante toda su vida.
La familia es el lugar privilegiado donde contrastar todo lo
aprendido en el colegio y la catequesis. Y todos, familias, colegio,
catequista, niños y niñas… debemos tener claro que lo que busca la catequesis
es, en último término el encuentro con la fe en el Dios de Jesús.
Para que la
catequesis resulte significativa, son importantes, al menos, cuatro cosas:
1.
La principal
catequesis: vuestro testimonio. Vuestro
hijo se va a interesar por aquello hacia lo que vosotros manifestéis interés.
«Todo lo que no es serio para nosotros tampoco lo es para el niño». De ahí, que
el inicio de la catequesis de vuestro hijo pueda convertirse en un buen momento
para buscar tiempos para compartir vuestra experiencia de Dios con la que va
adquiriendo el niño; y para dejar traslucir en vuestra vida cotidiana la
centralidad de Dios y de los demás.
El testimonio de
vuestra fe no excluye presentar vuestras dudas e incertidumbres. Lo realmente
importante es la honestidad con la que tratáis de vivir vuestra fe.
2.
Que la fe se
traduzca en actitudes concretas. Vuestra familia debe ser un lugar donde vuestro hijo perciba la fe en
opciones concretas de vida. Perdón, acogida, alegría, servicios... son algunas
de esas actitudes que concretaréis en vuestra realidad.
3.
Recuperar la
importancia de la comunidad. La catequesis
nace desde y para la comunidad. Esto supondrá que cuidéis vuestra inserción en
la comunidad cristiana y lo hagáis en aquella que mejor se adapte a vuestra
forma de vivir la fe. Es importante que los niños entren en contacto con
vuestra experiencia de Dios, pero también con la de otros. En última instancia,
la catequesis presenta lo que la comunidad cree, vive y celebra.
4.
La meta es la
maduración de la fe. La catequesis no
tiene como finalidad la recepción de la Primera Comunión sino la maduración de
la fe de los que se inician. En vuestras conversaciones con los niños no
acentuéis excesivamente el momento de la celebración y todo lo que suele estar asociado a ella. Resaltad, sobre todo,
lo que implica creer en Jesús y en
la nueva forma de ver y vivir la realidad que encierra el Evangelio.
Que este momento
importante para vuestro hijo/a lo sea también para vosotros: una forma de
replantearse la fe y hacerla más viva, más profunda y más al estilo del
Evangelio.
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PASCUA DE LOS IMPACIENTES
¿Por qué no está Tomás con los demás discípulos
está mañana? Por lo menos se habría comido su miedo acompañado y se habría
encontrado con un Jesús que da muestras de no querer dejar a los apóstoles a su
suerte; “a su mala suerte”, ¡vamos!
Tomás es representante de los impacientes; de
los que se van hastiados de la fiesta antes de terminar, de los que dejan la
grada del fútbol antes de concluir el partido para dar muestra de su falta de
solidaridad con los colores que dicen defender, y de los que no saben caminar al paso de los lentos de la tierra. Con su
prisa, los dejan atrás derrotados con sus invalideces de cuerpo y de alma, como
quien dice: ¡Qué poco valéis!
Hay periodos en la historia en los aparecen
quienes miran con impaciencia al futuro y, al mirarlo, se les suelta la lengua
y profetizan males posibles y derrotas futuras que está muy por ver que vayan a
ocurrir. Esto es como apagar un fuego que, de momento, no ha ocurrido.
En la Iglesia puede que no sean pocos los que
viven en esta situación; y lo malo no es que la vivan sino que se dediquen a
contagiarla.
-”A mí, si no me presentas claros datos
de recuperación en la vida de la Iglesia, si no toco yo los seminarios
creciendo y los templos repletos de jóvenes, no me hables de resurrección”. Pero eso no es creer, eso
es querer palpar.
-”Tomás ¿Por qué has visto has creído?
Dichosos aquellos que sin ver creyeron”.
Pero este apóstol nos hizo un gran bien: el que
pudiéramos descubrir que con Jesús siempre hay segunda vuelta, paciencia de
Dios, y curación de pesimismos y lealtades a medias.
Y una reflexión sobre los impacientes que ven
sombrío el porvenir de la Iglesia. La Iglesia de Cristo es una realidad que
lleva en su esencia el crecer, como le ocurre al recién nacido, que está irremediablemente
llamado a ir haciéndose día a día más capaz y más grande. Dictaminar por
anticipado nos pone en situación de errar. El crecimiento de la Iglesia es
interior y no siempre visible. No deberían profetizar aquellas personas que no
facilitan al cielo su
propio crecimiento a través la oración vivida
con el que es Señor de nuestras vidas y quiere a sus hijos, habitantes de esta
tierra, con amor de Padre y capacidad de Dios.
Tomás, en la segunda aparición dedicada
especialmente a él, rezó. “Señor mío
y Dios
mío”. Tomás podría ser patrono de los impacientes,
además de primer evangelizador de la India.
Xavier
Ilundain, sj.
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PASCUA DE LAS MUJERES
El domingo de resurrección, las mujeres
madrugaron más que los hombres. Ellos estuvieron el viernes más doloroso de la
historia ante el pretorio de Pilato administrando cruz a gritos. Desde aquel
mediodía Jerusalén olía a muerto.
Hoy domingo, llevan las mujeres muy de mañana
perfumes para embalsamar a Jesús como se embalsama a un rey. ¿Donde están los
hombres, donde?
Hubiera sido muy lógico que alguno fuera al
sepulcro con ellas, aunque sólo fuera para ayudarles a correr la roca que lo
cerraba. Además tenían que saltarse todos los precintos que pusieron los
miembros del Sanedrín para garantizar que aquello no lo tocaba nadie, y debían
enfrentarse a la vigilancia armada que autorizó poner el representante de Roma
para custodiar el enterramiento.
Pero también los soldados custodios de la
sepultura estaban ausentes y ellas, Magdalena y las demás mujeres, recogiendo
datos: la roca que cerraba el sepulcro corrida, los guardias ausentes y los
mensajeros del cielo sugiriendo que no lo buscasen aquí, que Jesús ya era pura
vida total y resucitada.
Las mujeres proclamaron que Cristo estaba en
paradero desconocido, pero en realidad había resucitado como lo había anunciado
Jesús repetidas veces ante los suyos.
Cuando llegó la noticia a María -que el sábado
fue verdaderamente Madre de la Iglesia recién fundada y casi desaparecida-, no
le extrañó lo más mínimo. Cuando le llegó la noticia, María de Nazaret dijo:
- Lo sabía. Antes que fuera María Magdalena a
la sepultura sentí que se escapaba hasta el cielo el cuerpo que cuidé cuando
era casi nada en mi seno y el cuerpo muerto y destrozado que me devolvieron
anteayer en el Calvario. De algún modo yo también me siento resucitada o, al
menos muy revivida.
Es justo que reconozcamos lo que las mujeres
fueron en los comienzos de la Iglesia. Y es de ley el agradecerles hoy lo que
suponen en la historia humana y en la de la redención.
Xavier
Ilundain, sj. En Revista Catequética.
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Actitudes para transmitir
a los niños.
§ Escucha sin interrumpir
§ Confía sin titubear
§ Habla sin acusar
§ Comparte sin presumir
§ Agradece sin olvidar
§ Valora sin escatimar
§ Perdona sin límites
§ Contesta sin herir
§ Disfruta sin quejarte
§ Ora sin cesar
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Bendición
de la mesa en Navidad.
Gracias, Señor, porque una Navidad más estamos reunidos en familia.
Gracias por lo que hemos vivido, compartido y aprendido este año.
Gracias por todas las personas que nos han enseñado
y se han esforzado para aportarnos algo.
Bendice nuestra familia para que crezcamos
en el amor, la comunicación, el respeto, el cariño, el perdón…
Ayúdanos para que no nos falte lo necesario para vivir;
danos fuerza para comprometernos en la construcción de un mundo mejor.
Bendice, Señor, estos alimentos que vamos a compartir,
a quienes los han preparado, a quienes han hecho posible que podamos disfrutarlos.
Quédate con nosotros, Señor.
Sigue llevando nuestras vidas en tus manos.
Bendición del Belén
Señor, hemos colocado este Belén en nuestra casa.
Te pedimos que con tu bendición estas imágenes del nacimiento
nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría y a ver a Cristo presente
en todos los que necesitan de nuestro amor.
Queremos que vengas a habitar en nuestro hogar y acogerte
para que Tú seas la luz que oriente nuestro caminar.
Que al mirar estas figuras sintamos cómo nos hablan…
los pastores de ofrendas, los ángeles de alabanza,
los magos de búsqueda, José y María de adoración callada,
Jesús de sencillez y pobreza, la estrella de luz que nunca se apaga.
Ven, Señor, y quédate a vivir en nuestra casa.
Bendición del árbol de Navidad
Bendice, Señor, este árbol de Navidad con el que hemos decorado nuestro hogar.
Lo hemos embellecido con luces para recordar que tú eres nuestra Luz;
lo hemos decorado con adornos para expresar
los dones que tú nos has dado y queremos hacer fructificar;
junto a él pondremos nuestros regalos para manifestar
el amor que nos tenemos unos a otros,
y el regalo que eres Tú para nuestra familia.
Ayúdanos a estar bien enraizados en ti
para que nuestros sueños, proyectos y deseos se hagan realidad.
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Para ser amigo
de Jesús.
Mensajes para
los más pequeños
La vida está hecha de pequeños detalles, de gestos sencillos que hacen agradables las relaciones con las personas que viven con nosotros. Transmitir eso a los niños es una buena forma de poner la base para acoger lo que Jesús enseña en el Evangelio. Aquí van una serie de propuestas para que los niños (y también los mayores, cada uno a su nivel) pongan en práctica. Ayudan a ser más felices, a hacer un ambiente agradable de convivencia, a fortalecer las relaciones
§ Saluda a las personas. Por la mañana, di Buenos días con cariño a tus padres y abuelos en casa, a tus amigos y profesores en el colegio y a toda persona conocida que te encuentres. Y por la tarde y por la noche, di Buenas tardes, buenas noches. Saluda también a Jesús y a María con estas palabras.
§ Agradece todos los detalles que tienen contigo. Di Muchas gracias por el cariño, el cuidado, el regalo, y otras muchas cosas que recibes. Y di Muchas gracias a Jesús y a María, su Madre y tu Madre, por la vida, por las cosas buenas y bonitas que Dios nos ha regalado, por el cariño y por tener un corazón para amar y ayudar a los demás.
§ Haz con agrado lo que te pidan. Cuando tus padres, amigos, profesores y otras personas te pidan un favor o una pequeña ayuda, diles: ¡Sí, con mucho gusto! Y hazlo con alegría. Piensa que es Jesús quien te lo pide y estás haciendo lo que a él le gusta.
§ Perdona y pide perdón. A veces te puedes equivocar y no hacer las cosas bien, o le das un disgusto a tus padres o a otra persona. Entonces acércate a la persona que has ofendido y dile: Perdón, papá (o mamá, o amigo), por que te he dado un disgusto. Y si alguien te ha hecho daño a ti, dile con cariño: Yo te perdono, no te preocupes. Pídele también perdón a Jesús, que él te perdona siempre y te abraza.
§ Comparte con quien no tiene. Seguramente tienes muchas cosas que te gustan: juguetes, cuentos, golosinas... No las guardes solo para ti; piensa en algún niño o niña que lo necesite y dale algo diciéndole: Toma, esto es para ti; me gusta que tú lo tengas.
§ Pide las cosas por favor. Cuando tengas que pedir algo, a tus padres o a otra persona, no se lo exijas; dile sencillamente: ¡Por favor!, ¡ayúdame! Y procura tú también hacer favores y ayudar a los demás.
§ Reparte cariño. Seguramente te gusta mucho que te den un beso o un abrazo y te digan: ¡Te quiero! Piensa que hay otras muchas personas a quienes también les gusta que tú demuestres que les quieres: besa a papa y a mamá, a los abuelos, a todos los que están cerca de ti y diles con la cara sonriente: ¡Te quiero! Y que no se te olvide decírselo también a Jesús y a María.
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CATEQUISTAS
AL ESTILO DE JESÚS
Los catequistas, en nuestra tarea de transmisión del evangelio, tenemos necesidad de mirar al gran catequista: Jesús, el Maestro. Jesús tiene un estilo concreto de anunciar el reino de Dios. De este estilo han salido después muchos estilos. Ya en la primera comunidad tenemos diferentes estilos de anuncio: cuatro evangelios, cartas, otros escritos del Nuevo Testamento. Las diferencias están en las acentuaciones que unos y otros ponen. Nos vamos a centrar en el evangelio de Lucas.
Jesús se deja instruir por el Padre
Jesús se presenta anunciando lo que ha recibido de su Padre:
- se deja conducir por el Espíritu (4,1-13);
- en la oración entra en relación con su Padre (3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28-29; 10, 21; 11,1; 22.32.40.46; 23,34.46);
- vive su vida como una misión; su vida está dentro del proyecto de salvación que Dios tenía desde siempre (4,17-21);
- elige la fidelidad al Padre (22,42; 23,46).
Jesús predica con hechos y con palabras
La palabra de Jesús es eficaz porque tiene total cumplimiento con su vida, con sus hechos. No se trata de un demagogo, sino de alguien en quien la coherencia hace transparente el mensaje. La transparencia no elimina el misterio, sino que acerca al misterio de Dios para entrar en una experiencia más profunda.
Jesús busca el contacto personal
Es cierto que Jesús predica a la masa. Pero Jesús cuida y favorece el encuentro personal. En el encuentro personal Jesús trata a cada persona de manera original, aceptando a cada uno como es y donde está. Jesús entra en contacto personal aceptando y provocando una pregunta directa y personal. Ver: 7,36-50; 10,25-37; 19,1 10; 22,61; 23,39-43.
Jesús potencia la vida comunitaria
Jesús llama personalmente (5,1-11; 6,12-16) y congrega a una vida comunitaria. Con los Doce, instaura una vida de comunicación, convivialidad, proyecto común. Este estilo de vida es un largo camino, espinoso en ocasiones, pero necesario para hacer experiencia de su Padre Dios. En lo ordinario de la vida común educa, instruye, da responsabilidades, analiza los acontecimientos (9,49-50), busca y favorece momentos privilegiados de relación (9,18-22; 9,28-36).
Jesús es exigente
A los que le escuchan y se acercan a Él, les pone las cosas claras y el listón alto. No manipula ni engaña (9,57-62; 18,18-30).
Jesús se acerca abriendo horizontes
Aquellos a los que Jesús se acerca quedan iluminados, es decir, tienen ganas de vivir, se les abre el horizonte, «les pasa algo en su vida»; la vida recobra sentido. La mirada y presencia de Jesús hace que las personas «sean otras», sean más lo que están llamadas a ser.
Jesús enseña a rezar
Los discípulos de Jesús conocen que Jesús reza, que se recoge en silencio, que estalla en alegría desbordante... Esto les lleva a decir: «Enséñanos a rezar» (10,2124; 11,1-13).
ACENTOS QUE PONEMOS EN NUESTRAS CATEQUESIS
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PILARES FUNDAMENTALES DE NUESTRA FE
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IMPLICACIÓN ACTIVA
DE LA FAMILIA
EN LA EDUCACIÓN
DE LA FE DE LOS HIJOS
Empezamos un año más la Catequesis de niños y adolescentes en nuestra Comunidad. Os presentamos unas ideas del obispo emérito de la diócesis de Sevilla para no olvidar la importancia de la familia en la educación de la fe:
§ Los padres son los primeros educadores en la fe de los niños y de los jóvenes. Además, todos los componentes de la familia tienen una intervención activa en orden a la educación de los hijos. El Concilio Vaticano II lo expresa de la siguiente manera:
“La primera fuente alimentadora de la educación es, ante todo, la familia: en ella los hijos, en un clima de amor, descubren más fácilmente el verdadero sentido de la cosas, al mismo tiempo que se imprimen, de modo casi inconsciente, en el alma de los adolescentes formas probadas de cultura a medida que van creciendo” (Gaudium et spes 61)
§ La familia es la iglesia doméstica, es decir, el lugar donde se refleja la vida de la Iglesia entera: misión, catequesis, testimonio, oración... La familia es un espacio donde el Evangelio es trasmitido y desde donde este es irradiado.
Los padres cristianos tenéis encomendada la educación en la fe de vuestros hijos. Esta tarea os es confiada en el sacramento del matrimonio, y no la podéis declinar en los catequistas o profesores de Religión. Ellos son colaboradores vuestros en esta tarea, pero los últimos responsables sois vosotros, de modo que, sin el apoyo de la familia, la obra educativa de la parroquia y el colegio dará poco fruto.
La Iglesia ayuda y estimula en esta tarea. Es un buen momento para que afiancéis y actualicéis vuestra fe, para que podáis dar un testimonio y una respuesta válida a vuestros hijos en los interrogantes y dudas que se les plantean en las distintas etapas de su proceso de educación en la fe.
§ A través del acompañamiento de vuestros hijos en la catequesis podéis:
· Ir descubriendo que Dios es amor y que actúa en los personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, en la Iglesia, en el mundo y en cada uno de vosotros, por intercesión de Jesucristo y la presencia del Espíritu Santo.
· Aproximaros a la vida y el mensaje de Jesús.
· Conocer lo que significa ser cristiano y lo que ello comporta.
· Ejercitaros en la oración como medio imprescindible para descubrir la presencia de Dios en vuestras vidas y la de vuestros hijos, y ayuda para vivir mejor vuestra fe.
· Ayudar a vuestros hijos en su formación religiosa y cristiana.
§ Para que vuestros hijos e hijas profundicen y vivan mejor lo que se les ha transmitido en la catequesis es importante que:
· Dialoguéis en familia sobre lo que han hecho en la catequesis.
· Oréis juntos en algún momento del día.
· Los hijos vean en el comportamiento familiar las actitudes cristianas que han descubierto.
§ La catequesis es también un buen momento para intensificar la participación en las celebraciones de la eucaristía y otros sacramentos. Es una buena ocasión para que los niños puedan valorar vuestro interés por lo que están haciendo y viviendo. Al mismo tiempo, puede suponer para vosotros una experiencia de encuentro con la comunidad a que acompaña a vuestros hijos.
§ La familia, es siempre una referencia para una experiencia creyente
“A pesar de tantas dificultades y de su misma fragilidad, la familia sigue siendo, no solo lo más apreciado por los jóvenes, sino también la referencia para una existencia creyente. La «Cultura de la familia», con sus símbolos, tradiciones, costumbres, hábitos y religiosidad, es más que un buen apoyo para la educación en la fe”
(Cardenal Carlos Amigo Vallejo. Obispo Emérito de la Diócesis de Sevilla)
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